"No quiero perjudicarla, ni quiero perjudicarme, no quiero que nuestro vínculo arrastre consigo la absurda situación de un noviazgo tirando a matrimonio, ni tampoco que adquiera el matiz de un programa vulgar y silvestre, no quiero que el futuro me condene a ser un viejo despreciado por una mujer en la plenitud de sus sentidos, ni tampoco que por temor a ese futuro quede yo al margen de un presente como este, tan atractivo, no quiero que vayamos de amueblada a amueblada, ni tampoco, que fundemos un hogar con mayúscula"

Tregua, M.