Llámenme como quieran, y seguiré diciendo NO a Hidroaysén, porque a mi no me vienen con cuentos de que es menester energía para el país ( para las mineras, porsupuesto) y por sobre todo, no me llamen egoísta al rechazarlo diciendo que no pensamos en la gente de Aysén, porque seamos francos, el desarrollo no llegará por tener una Hidroeléctrica, sin educación no hay desarrollo.
Llámenme loca y retrograda, tal vez hasta rencorosa, porque sigo pidiendo una REDISTRIBUCION DEL INGRESO, porque no entiendo cómo es posible que estemos discutiendo por un sueldo mínimo de $180.000, cuando el sueldo promedio en Chile es de $519.000.
Podríamos seguir nombrando cosas.. (por ejemplo: la salud no deja de estar ausente, cuando si no es por urgencias uno puede estar esperando años para poder ser atendido en un servicio público).. Pero creo que es suficiente.
La esperanza siempre existe y gracias a ella día a día nos levantamos en la espera de que al fin llegue el momento, en que cada Chilena y Chileno se empoderen de aquello que en algún momento fue suyo. Llegará el día en que el lucro, el individualismo y los intereses personales caerán; veremos al fin una renacionalización del cobre, una reforma tributaria y por sobre todo, entenderemos que el dinero no se puede comer y que es cierto que parte del progreso humano va de la mano con esfuerzo y dedicación, pero siempre y cuando, parta de una igualdad de oportunidades dentro de este sistema... La cual en estos momentos NO existe.