Soy yo.


Una joven, con un brillo especial en los ojos, empieza a contarme la historia. Al prinicipio era la muralla. Después, la muralla siguió allí, pero una de las paredes se utilizó para la construcción de la capilla. Pasadas decenas de anios, la capilla se transformó en una iglesia. Un siglo más, la iglesia se convirtió en una catedral gótica. La catedral conoció sus momentos de gloria, surgieron algunos problemas de estructura, fue abandonada por un tiempo, sufrió reformas qze deformaron su estructura, pero cada generación creía que había resuelto el problema, y rehacían los planos originales. Así, en siglos que siguieron erguían una pared aquí, demolían una viga allá, auamentaban refuerzos de este lado, abrían y cerraban vidrierias.

Y la catedral lo resistía todo.

Camino por su esqueleto, viendo las reformas actuales: esta vez, los arquitectos garantizan que han encontrado la mejor solución. hay andamios y refuerzos de metal por todas partes, grandes teorías sobre los pasos futuros y algunas críticas a lo que se hizo en el pasado.

Y de repente, en medio ... ... me doy cuenta de algo muy importante: la catedral soy yo, es cada uno de nosotros. Vamos creciendo, cambiando de forma, nos abordan algunas debilidades que deben ser corregindas, no siempre escogemos la mejor solución, pero apesar de todo seguimos adelante, intentando mantenernos erguidos, correctos,, de modo que honremos no a las paredes, ni las puertas o las ventanas, sino all espacio vacío que está allí dentro, el espacio en el que adoramos y veneramos aquello que nos es querido e importante.

Sí, somos una catedral, sin ninguna duda. Pero ? qué hay en el espacio vacío de mi catedral interior?
esther, el Zahir.
Ella lo llenó todo. Ella es la única razón por la cual estoy vivo. Miro a mi alrededor, me preparo para la conferencia y entiendo por qué me enfrenté a la nieve,a los embotellamientos, al hielo de la carretera: para recordar que todos los dias necesito reconstruirme a mi mismo y para - por primera vez en toda mi existenica- aceptar que a mo a un ser humano más que a mi mismo.
Durante una semana, camino a orillas del Sena por la mañana, y a la vuelta de las caminatas, me encierro en mi despacho. Como si estuviese escuchando la voz de un ángel, escribo un libro; mejor dicho, una carta, una larga carta a la mujer de mis sueños, a la mujer que amo, y que amaré siempre. Tal vez algún día este libro llegue a sus manos, pero aunque eso no suceda, yo ahora soy un hombre en paz con mi espíritu. Ya no lucho contra mi orgullo herido, ya no busco a Esther en todas las esquinas, bares, cines, cenas, Marie, noticias del periódico.
Al contrario, estoy satisfecho de que exista; me ha demostrado que soy capaz de un amor que yo mismo desconocía, y eso me deja en estado de gracia.
Acepto el Zhair, dejaré que me lleve a la santidad o a la locura ...

Paulo Coelho- El Zahir