Eclipse


—Al menos deja de intentar que me sienta mejor. Déjame sufrir. Me lo merezco.
—No —insistió él, en un murmullo bajo.
Asentí con lentitud.
—Vale, tienes razón. Continúa comportándote de ese modo tan comprensivo.
Probablemente, eso sea mucho peor.
Se quedó en silencio unos momentos y sentí cómo la atmósfera se cargaba con una
nueva sensación de urgencia.
—Es inminente —afirmé.
—Sí, dentro de unos cuantos minutos. Sólo me queda tiempo para decirte una cosa
más...
Esperé. Cuando al fin comenzó a hablar, seguía haciéndolo en susurros.
—Yo sí puedo ser noble, Bella. Así que no voy a hacer que escojas entre los dos. Sólo
sé feliz, y de ese modo toma lo que quieras de mí, o nada en absoluto, si eso te parece
mejor. No dejes que ninguna deuda que creas tener conmigo influya en tu decisión.
Golpeé el suelo, alzándome sobre mis rodillas.
—¡Maldita sea, para esto de una vez! —le grité.
Sus ojos se dilataron sorprendidos.
—No, no lo entiendes. No estoy haciendo que te sientas mejor, Bella, es lo que pienso
de verdad.
—Ya sé que lo piensas —rugí—. Pero ¿es que no vas a luchar? ¡No empieces ahora
con lo del noble sacrificio! ¡Pelea!
—¿Cómo? —me preguntó y sus ojos de pronto parecieron muy antiguos, cargados de
tristeza.
Salté sobre su regazo, arrojando mis brazos a su alrededor.
—No me importa si hace frío aquí. No me importa si huelo a perro. Hazme olvidar lo
espantosa que soy, ayúdame a que le olvide. ¡Haz que olvide mi propio nombre! ¡Pelea de
una vez!.

Stephenie Meyer